Raúl Prada Alcoreza
Se han escuchado y se siguen escuchando voces que observan al proceso constituyente y descalifican la Constitución. De un lado y de otro, desde lo que se nombra como derecha, también desde la izquierda, así como desde el nacionalismo. ¿Qué se dice? ¿Qué se observa? ¿Qué se descalifica? Se entiende que la derecha haya visto como una amenaza el proceso constituyente, así como ve como una amenaza a la Constitución. Pero, ¿por qué la izquierda está en desacuerdo con el proceso constituyente y la Constitución?
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También se puede entender que el nacionalismo, sobre todo el nacionalismo de Estado, encuentre problemática la Constitución; hasta ahora no puede concebir algo tan extraño a sus prejuicios como el Estado plurinacional comunitario y autonómico. Para el nacionalismo el Estado-nación es eterno o el fin de la historia.
Un mismo fantasma del Estado comparten las derechas, los nacionalismos y las izquierdas; nos referimos notoriamente a la llamada izquierda tradicional. Se trata de proyectos estatalistas. Sus diferencias radican en que unos defienden los intereses imperialistas; los otros las soberanías, entendidas como legitimaciones de estructuras de poder; en tanto que los terceros defienden los intereses del proletariado sindicalizado. Empero todos lo hacen en el campo gravitatorio del Estado, por lo tanto control, comando, dirección, jerarquía e instrumento jurídico-político separado de la sociedad. Esta proyección los ata a “modernidad” estatalista, disciplinaria, homogeneizante y universalista.
Los Estado-nación subalternos de las periferias del sistema-mundo capitalista terminaron formando parte del engranaje de dominación del orden mundial. Sus límites estructurales se definen en el carácter administrativo de la transferencia de recursos naturales y en el modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente.
El horizonte del Estado plurinacional comunitario y autonómico abre recorridos de descolonización, de participación, de gubernamentalidades plurales democráticas de las multitudes, de emancipaciones múltiples, conformando pluralismos institucionales, de gestiones plurinacionales comunitarias e interculturales.
La defensa del proceso constituyente y de la Constitución, proceso que no ha concluido, es una indispensable tarea política en un proceso contradictorio y en el contexto de la lucha de clases racializada, es decir anti-colonial y descolonizadora.
Índice
Potencia social y poder en Bolivia: En defensa del proceso constituyente
Esencialismos, sustancialismos y fundamentalismos
Psicología de los gobernantes: Cuando ya no se tiene vergüenza de nada
Las líneas de fuga de las marchas indígenas
La historia de la sociedad boliviana ha estado marcada por la dinámica y las contradicciones de las relaciones con las potencias capitalistas mundiales en torno a la explotación de los recursos naturales acompañada con la dominación política e ideológica sobre el conjunto de América Latina. En este contexto, los estudios, aportes y (...) :: Más detalles
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