Miguel Lora Ortuño
Ambos extremos de la disputa que no concluye el 4 de mayo, estatutos autonómicos y constitución masista, no buscan transformar esencialmente al actual Estado, que se hunde inevitablemente, y ya no pueden ofrecer nada al conjunto de la sociedad.
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ElEstado muestra total incapacidad para satisfacer las necesidades vitales de la gente (sueldos miserables, escasez y subida de precios en los artículos de consumo, incapacidad para retornar a un régimen de pensiones solidario, para destruir el latifundio y dar tierras a los campesinos, etc.); es incapaz de mostrar un camino viable para sacar a Bolivia de su actual estado de atraso y miseria; sus instituciones como el poder judicial y legislativo se hunden en un abismo sin fondo; la corrupción campea por todas partes, etc.).
Parte de ese conjunto de problemas no resueltos es la educación. Esencialmente, el Estado burgués decadente en todos sus modelos (neoliberal o indigenista), plantea lo mismo: buscar los mecanismos más viables para gastar menos en materia educativa. Para ese propósito, hay la necesidad de transferir responsabilidades y obligaciones (administrativas, infraestructura, planificación curricular, etc.) a los gobiernos departamentales, comunales, a las regiones y a los pueblos originarios. El Estado ya no debe concentrar en sus manos la atención de los problemas de la educación; el magisterio y el conjunto de la población ya no deben acudir a él para pedir incrementos de sueldos, infraestructura educativa o ítemes de nueva creación.
La idea es que el Estado entrega a cada Departamento o región el pedazo de la miserable torta que depende del volumen de la producción nacional; esa miserable asignación, que no será igual para todos porque dependerá de cuánto es lo que producen y qué cantidad de habitantes tienen, debe satisfacer el conjunto de sus necesidades; habrá departamentos que reciban mucha plata por concepto de coparticipación, impuestos, IDH, etc. y habrán otros que reciban miserables montos que no alcanzarán para nada. El Estado se lavará las manos y dirá: “esto es lo que les corresponde para resolver todos sus problemas (salud, educación, caminos, agua, luz, etc.), no hay más.”
La diferencia de matiz entre ellos está en que los autonomistas pretenden mayores competencias a los gobiernos departamentales y comunales y la constitución masista a las regiones y pueblos originarios. En esta medida, los oficialistas son más radicales que terminarán atomizando más la educación y hundiéndola en un marasmo sin salida.
¿Cuál debe ser la posición del magisterio frente a las dos versiones de la misma politiquería, de los autonomistas y de la constituyente masista? Un rechazo categórico. Si hoy no frenamos sus pretensiones, mañana tendremos educaciones de primera, segunda y tercera clases arrastrando las taras y los prejuicios del atraso, según la capacidad financiera de las regiones, y magisterios atomizados con distintos sueldos, gimiendo bajo el látigo de prefectos, alcaldes, de caciques de pueblos originarios, de OTBs y de juntas de padres de familia.
Los dirigentes oficialistas canallas nos muestran sólo una cara de la moneda, satanizan sólo a los estatutos autonómicos, dando a entender que la constitución masista no plantea la descentralización de la educación. Estos traidores pagarán muy caro sus felonías y su servilismo al gobierno del MAS.
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